lunes, 11 de noviembre de 2013

Reseña: "Los Cisnes" en la revista GQ

Gracias a Montero González por esta gran reseña del libro "Los Cisnes" en la revista GQ.


Lo peor que le puede pasar a un partido de fútbol es que los marcadores bostecen de aburrimiento con el resultado del 0-0. Sucede cuando ambos equipos juegan igual de mal, o igual de bien. Cuando las tácticas de juego son idénticas y el partido se bloquea porque no hay combinación posible. El fútbol moderno corre el peligro de que el aburrimiento se pueda convertir en tendencia. El mestizaje de estilo en el juego es lo único que puede salvar la distancia que media entre un buen partido de fútbol y un partido aburrido.


Lo anterior viene a cuento porque el pasado verano, entre los arranques patrióticos con el Peñón de fondo y los sobres marrones marca España, leí con gusto el libro del periodista Pablo Gómez titulado 'Los Cisnes' (Libros del K.O.) y donde cuenta la peripecia de un grupo de españoles que llegó a Swansea para desafiar el fútbol a la inglesa, consiguiendo imponer su cuño entre pase y pase hasta ascender a laPremiere, o como se escriba.

Para quien no lo sepa, Swansea es una ciudad de Gales con lluvia y acantilados musgosos donde el poeta Dylan Thomas jugaba al suicidio. De él queda una estatua, la de un niño con cara de borracho precoz y que se sienta al filo de una silla. Un niño al que Robert Zimmerman tomó su nombre prestado para convertirse en Bob Dylan. La otra estatua importante de Swansea es de un futbolista: Ivor Allchurch, chico dorado y miembro de la Orden del Imperio Británico. Ambidiestro veloz y futbolista de disparo poderoso que ahora mira al frente, esculpido en bronce, como si fuera el guardián de un templo. Está de brazos cruzados. A sus espaldas se levanta un estadio cubierto de niebla y musgo.

Hasta estos parajes húmedos llegó un cuadro de jugadores españoles que revolucionó el fútbol inglés. El libro de Pablo Gómez da cuenta de todo esto, en un estilo ágil, desde la llegada de Roberto Martínez para entrenar al club. El reportaje arranca a la salida del aeropuerto donde espera una furgoneta blanca de ocho pasajeros que conduce un tal Lakie, que además de chófer es el encargado de enseñar ciertas palabras en inglés que no deben decirse a un árbitro si no quieres que te expulsen. Su trabajo consiste en hacerle la vida más fácil a todos los jugadores españoles que llegan al Swansea. Y lo consigue.

Desde la furgoneta que conduce el amigo Lakie empieza la historia de un club que se fundó hace 100 años y que Roberto Martínez llevó del barro a las estrellas. El Swansea fue poniendo el marcador de fiesta gracias al estilo de su entrenador español y por ello Roberto Martínez fue distinguido como mejor entrenador del año en la categoría por la League Managers Association, o como se escriba. Como esto enEspaña parece que no tuvo la suficiente repercusión, el periodista Pablo Gómez ha levantado acta testimonial del asunto con un libro que ha prologado el mismo Martínez. La transformación de un estilo de juego en otro más bonito y más rentable, a golpe de números en el marcador y pagado en libra esterlina, se impone. El Swansea City pasa a ser el Spanish Swansea con media docena de jugadores españoles en plantilla. Luego a Roberto Martínez le ficharon otros clubes, pero la semilla quedó en un equipo donde, al día de hoy, su nuevo entrenador, Laudrup, saca la consecuencia.

De todo eso, y otras cosas, va este libro con más de 400 páginas escritas por un periodista joven. Pablo Gómez, savia nueva para un oficio que necesita también del mestizaje y del entusiasmo. Porque la verdadera lectura de este libro va más allá de la furgoneta de Lakie. Más allá de las anécdotas y las triangulaciones sobre el terreno de juego, más allá del bronce de las estatuas y de la niebla que envuelve la historia alcohólica del hijo predilecto de Swansea. Dylan Thomas. Porque lejos de la peripecia de un grupo de españoles que alegran los marcadores, nos queda saber que hay otros mundos posibles y que no hay una manera de jugar, sino tantas como balones. Y que el proceso de transformación del estilo genera impaciencia y muchos pitidos al principio, pero luego, cuando se impone, los marcadores hablan y celebran los goles y la afición ya no quiere volver al fútbol de antes. Es para sentirse un pelín orgulloso de lo del Swansea. Pienso.

* Artículo originalmente publicado en el número 193 de GQ.

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