Lo
peor que le puede pasar a un partido de fútbol es que los
marcadores bostecen de aburrimiento con el resultado del 0-0. Sucede cuando
ambos equipos juegan igual de mal, o igual de bien. Cuando las tácticas de
juego son idénticas y el partido se bloquea porque no hay combinación posible.
El fútbol moderno corre el peligro de que el aburrimiento se pueda convertir en
tendencia. El mestizaje de estilo en el juego es lo único que puede salvar la
distancia que media entre un buen partido de fútbol y un partido aburrido.
Lo anterior viene a cuento porque el pasado verano, entre los
arranques patrióticos con
el Peñón de fondo y los sobres marrones marca España, leí con gusto el libro del periodista Pablo Gómez titulado 'Los Cisnes' (Libros del K.O.) y
donde cuenta la peripecia de un grupo de españoles que llegó a Swansea para desafiar el fútbol a la inglesa,
consiguiendo imponer su cuño entre pase y pase hasta ascender a laPremiere, o como se escriba.
Para quien no lo sepa, Swansea es una ciudad de Gales con lluvia y acantilados musgosos donde el
poeta Dylan Thomas jugaba al suicidio. De él queda una
estatua, la de un niño con cara de borracho precoz y que se sienta al filo de
una silla. Un niño al que Robert Zimmerman tomó su nombre prestado para
convertirse en Bob Dylan. La otra estatua importante de Swansea
es de un futbolista: Ivor
Allchurch, chico dorado y miembro de la Orden del Imperio Británico. Ambidiestro veloz y
futbolista de disparo poderoso que ahora mira al frente, esculpido en bronce,
como si fuera el guardián de un templo. Está de brazos cruzados. A sus espaldas
se levanta un estadio cubierto de niebla y musgo.
Hasta estos parajes húmedos llegó un cuadro de jugadores
españoles que revolucionó el fútbol inglés. El libro de Pablo Gómez da cuenta
de todo esto, en un estilo ágil, desde la llegada de Roberto Martínez para entrenar al club. El reportaje
arranca a la salida del aeropuerto donde espera una furgoneta blanca de ocho
pasajeros que conduce un tal Lakie, que además de chófer es el encargado de
enseñar ciertas palabras en inglés que no deben decirse a un árbitro si no
quieres que te expulsen. Su trabajo consiste en hacerle la vida más fácil a
todos los jugadores españoles que llegan al Swansea. Y lo consigue.
Desde la furgoneta que conduce el
amigo Lakie empieza la historia de un club que se fundó hace 100 años y que
Roberto Martínez llevó del
barro a las estrellas. El Swansea fue poniendo el marcador de
fiesta gracias al estilo de su entrenador español y por ello Roberto Martínez
fue distinguido como mejor entrenador del año en
la categoría por la League Managers Association, o como se escriba.
Como esto enEspaña parece
que no tuvo la suficiente repercusión, el periodista Pablo Gómez ha levantado
acta testimonial del asunto con un libro que ha prologado el mismo Martínez. La
transformación de un estilo de juego en otro más bonito y más rentable, a golpe
de números en el marcador y pagado en libra esterlina, se impone. El Swansea City pasa a ser el Spanish Swansea con
media docena de jugadores españoles en plantilla. Luego a Roberto Martínez le
ficharon otros clubes, pero la semilla quedó en un equipo donde, al día de hoy,
su nuevo entrenador, Laudrup, saca la consecuencia.
De todo eso, y otras cosas, va este libro con más de 400
páginas escritas por un periodista joven. Pablo Gómez, savia nueva para un
oficio que necesita también del mestizaje y del entusiasmo. Porque la verdadera
lectura de este libro va más allá de la furgoneta de Lakie. Más allá de las
anécdotas y las triangulaciones sobre el terreno de juego, más allá del bronce
de las estatuas y de la niebla que envuelve la historia alcohólica del hijo
predilecto de Swansea. Dylan Thomas. Porque lejos de la peripecia de un grupo
de españoles que alegran los marcadores, nos queda saber que hay otros mundos
posibles y que no hay una manera de jugar, sino tantas como balones.
Y que el proceso de transformación del estilo genera impaciencia y muchos pitidos
al principio, pero luego, cuando se impone, los marcadores hablan y celebran
los goles y la afición ya no quiere volver al fútbol de antes. Es para sentirse
un pelín orgulloso de lo del Swansea. Pienso.
* Artículo originalmente publicado en el número 193 de GQ.
* Artículo originalmente publicado en el número 193 de GQ.
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